martes, 12 de enero de 2010

Crónicas de El Cairo(VI): El Cairo Islámico (II): La Ciudad de los Muertos

(Esta entrada fue publicada en archipielagonoticias el 05 de enero de 2008 y corrresponde a una serie dedicada a una estancia de 8 días en El Cairo en diciembre de 2007)

Despues del primer recorrido por El Cairo Islámico, de Ibn Tulum a la Ciudadela, continuamos con una visita a las Tumbas de los Mamelucos en la Ciudad de los Muertos.

Al este de El Cairo, separada por la carretera de Saleh Salem se extiende la llamada "Ciudad de los Muertos", una ciudad-cementerio, donde los problemas de vivienda en los años setenta llevaron a muchas familias sin recursos a convertir los recintos de las tumbas en domicilios de más de 50.000 vivos. Una práctica que, según leí, tenía su base en la tradición de utilizar los mausoleos como lugar de entretenimiento para hacer almuerzos los domingos, incluyendo en ellos una habitación para pasar la noche.

Reportaje de "El Pais": "Todo un hogar en pleno cementerio".


Aquí en esta ciudad-cementerio, desperdigados entre caminos de tierra, ladrillos, talleres de chapas, se alzan irreales, como colocados por error, algunos de los monumentos más sobresalientes de la arquitectura mameluca que dan al barrio el nombre más artístico de “Tumbas de los Mamelucos”. Cinco sultanes de la dinastía mameluca circasiana están enterrados aquí en una necrópolis antigua.


La ciudad-cementerio, visitada por interesados en el arte islámico, viajeros curiosos y también turistas morbosos por ver la colada tendida entre lápidas, ha quedado teóricamente vetada a las visitas de extranjeros desde noviembre, cuando las autoridades egipcias sin más explicaciones sobre la medida, dieron instrucciones a la policía para impedir a los grupos de turistas transitar a pie por el barrio. Nunca se había considerado una zona insegura y quizás pese más el deseo de evitar al extranjero la visibilidad de una realidad que afea El Cairo más turístico.

Recientemente algunos viajeros me habían comentado que habían entrado de forma individual sin problemas, siempre guardando el respeto y la discreción. La opinión de una egipcia que no me lo pintó como peligroso, siempre con precaución y sin exhibición de objetos de valor, me animó a acercarme a echar un vistazo. Aunque ya saben que me gusta el arte islámico, no me excuso sólo en las nobles razones de interés artístico. Quería también ver esa forma de vida, no de miseria, sino de supervivencia, a la que el gobierno egipcio tiene intención de poner fin reubicando a las familias residentes fuera de la zona. Quede muy claro que no incentivo el espíritu “transgresor” de nadie.


Nos quedamos con el taxi delante del parque de Al-Azhar, bajamos un poco hacia abajo, cruzamos la carretera y entramos por la parte de abajo con cierta prevención, caminando por la calle paralela a la carretera. En la zona de las casas-tumba, casi desierta, con chiquillos jugando entre calles polvorientas, alguna mirada un poco recelosa me previno de sacar la cámara o adentrarnos demasiado en un barrio que parecía desértico.





Foto: La Ciudad de los Muertos
Autora: Marta Leonor Vidal García



Tras caminar un rato, el minarete de la Mezquita Funeraria del Sultán al-Ashraf Qaytbay (1474) , señaló el primer hito del recorrido y entramos a la derecha, hasta una plaza en la que las tiendas y los puestos empezaron a disipar el aspecto “fantasmal” del barrio. Una inesperada tienda de Vodafone a la derecha del mausoleo me dio una consumista sensación de tranquilidad y ahí ya mi cámara se empezó a desinhibir ante la mirada indiferente de un policía turístico, sentado en la puerta de la Mezquita, que con un gesto de cabeza nos vetó la entrada al interior del complejo.






Foto: Mezquita del Sultán Al-Ashraf Qaytbay
Autora: Marta Leonor Vidal García


A destacar la elaborada cúpula de estrella y flores entrelazadas:




Foto: Cúpula de la Mezquita del Sultán Al-Ashraf Qaytbay
Autora: Marta Leonor Vidal García



Volvimos a la calle principal, y seguimos caminando. Dos minaretes nos indicaron la presencia del Complejo del Sultán Farag Ibn Barquq (1411), el fundador de la dinastía mameluca circasiana, que incluye un sabil-kuttab (ya saben: fuente-escuela) y un khanqah (una especie de monasterio sufí).





Foto: Complejo de Barquq
Autora: Marta Leonor Vidal García


Al final de la calle, dos complejos abandonados y ruinosos, la Mezquita de Amir Qurqumas (1507) y pegado a él el Khanqah de Inal (1451-1456) marcaron el final del recorrido por las Tumbas de los Mamelucos.




Foto: Mezquita de Qurqumas y Khanqah de Inal
Autora: Marta Leonor Vidal García



Fin de la visita a la Ciudad de los Muertos sin incidencias destacables, salvo miradas curiosas, alguna pregunta de donde éramos, peticiones de bolígrafos (“qalam”) de algún chiquillo y alguna petición de dinero.
Salimos a la acera de la carretera de Saleh Salem, volviendo a desandar el camino hacia abajo, hasta llegar a un puente elevado para cruzar al otro lado.



Foto: La Ciudad de los Muertos vista desde el puente elevado
Autora: Marta Leonor Vidal García

Enfrente, el parque Al-Azhar como reverso a la Ciudad de los Muertos, un parque espléndido (según la Lonely Planet la entrada es gratuita, pero la realidad es que cuesta 5 libras) construido en la zona donde antes se acumulaban las basuras en las colinas de Darassa. Tiene varios restaurantes y en la cafetería que hay entrando hacia la derecha se puede disfrutar en la terraza del piso de arriba de unas buenas vistas de la ciudadela tomando unos batidos. Un lugar tranquilo, luminoso, muy agradable para descansar, donde uno no parece estar en El Cairo ni enfrente de la Ciudad de los Muertos.




Foto: Parque Al-Azhar
Autora: Marta Leonor Vidal García


De allí nos dirigimos hacia la Mezquita Azul y el sur de Khan el Khalili desde la puerta de Bab Zuweila. Pero eso se lo contaré en otra entrega.

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