lunes, 11 de enero de 2010

Crónicas de El Cairo (IV): una visita a Alejandría

(Esta entrada fue publicada en archipielagonoticias el 30 de diciembre de 2007 y corrresponde a una serie dedicada a una estancia de 8 días en El Cairo en diciembre de 2007)


Despues de las entradas de datos prácticos, visitas del Egipto Faraónico y Barrio Copto, sigo con mis "entregas" de mis 8 días en El Cairo con una visita de un día a Alejandría.


Fundada por Alejandro Magno en el 332 a.d.C, la ciudad fue la capital de la última gran dinastía faraónica de los Ptolomeos; tuvo una de las siete maravillas del mundo, el Faro, destruido por un terremoto en el S. XIV; albergó la más grande Biblioteca de la Antigüedad y fue el centro del desarrollo cultural y científico y del pensamiento de la época hasta que se inició su decadencia en el s. VII tras la conquista musulmana y el establecimiento de la capital en El Cairo. Después de la invasión napoleónica volvió a cobrar importancia estratégica como puerto comercial alcanzando un gran desarrollo durante el XIX y el XX.



Foto: Esfinge del recinto de la columna de Pompeyo
Autora: Marta Leonor Vidal

Hasta los años 50 del s. XX, Alejandría fue una ciudad destacada por su cosmopolitismo, su carácter multicultural, una ciudad más griega que egipcia, de inmigrantes y expatriados (el 40% de la poblacion era extranjera), intelectuales, poetas, novelistas. Alejandría queda asociada para siempre a Kavafis y a su poesía, a E.M. Forster que escribió una guía de la ciudad en 1919; a Lawrence Durrell que convirtió la ciudad en el principal personaje de su novela “El Cuarteto de Alejandría”.


Desde la llegada de Nasser al poder en 1952, esa fisonomía cosmopolita del periodo de entreguerras desapareció por completo con la marcha de la mayoría de los extranjeros residentes por las expropiaciones.


No estaba yo muy decidida a la visita, al final me convencieron y no me arrepentí. De la atmósfera de esa Alejandría "literaria" no queda nada, pero pasear por las calles de la ciudad fue un día de liberación, de exilio del caos y el estres del Cairo, una tregua a los pulmones castigados por la contaminación al poder respirar el aire del mar paseando por la ciudadela, vivir un ambiente mucho más tranquilo y relajado de ciudad costera.


Recomiendo llevarse esta guía de bolsillo: “Alexandria and the North Coast” Alberto Siliotti, The American Press University in Cairo Press, 2002 (30 Libras).


Para la visita contratamos un taxi para todo el día, aunque hay trenes desde El Cairo en la estación Ramses.


Monumentalmente es cierto que Alejandría no ofrece demasiado: la columna de Pompeyo o “Amud El-Sawari” (entrada 15 libras), las catacumbas de Kom El-Shuqafa (entrada 25 libras) dignas de una visita, el anfiteatro romano de Kom Al-Dikka (entrada 15 libras), y un museo grecorromano de gran interés que lamentablemente estaba cerrado en las fechas de mi viaje.







Foto: Anfiteatro romano
Autora: Marta Leonor Vidal García



De la antigua Biblioteca no queda absolutamente nada. Hoy se ha construido una moderna biblioteca que tiene exposiciones permanentes y alberga varios museos.


La ciudadela de Qaitbey (entrada 20 libras) construida en el lugar donde estuvo el Faro, es un buen lugar para acabar una visita de mediodía e ir a comer a un restaurante de pescado fresco de los que hay mucha oferta en Alejandría. Fuimos al restaurante “Qadoura” (calle Bairam at-Tonsi), un restaurante muy local, de pescado fresco que se elige al peso y que recomiendo. Una excelente comida y un servicio muy amable.





Foto: Ciudadela de Qaitbey
Autora: Marta Leonor Vidal García


Además de las visitas grecorromanas y algunas mezquitas en el viejo barrio turco de Anfushi, Alejandría es una ciudad para callejear, pasear por la Corniche, acercarse a la casa de Kavafis; curiosear en el cafe “Pastroudis” donde se reunían los personajes del “Cuarteto” (que vuelve a estar abierto); asomarse al hotel Cecil, donde se alojó Durrell; sentarse a tomar un té y fumar una “shisha” en alguno de los cafes (como Sultan Hussein) o en algunas de las tabernas griegas supervivientes de la época (como Cap d'Or ).






Foto: Alejandría desde la Ciudadela
Autora: Marta Leonor Vidal García



"Lugar para dramáticas despedidas, irrevocables decisiones y últimos pensamientos", escribió de Alejandría E. M. Forster. Aquí Terenci Moix, un apasionado del Egipto antiguo y de Alejandría (donde se desarrollan varias de sus novelas) quiso que se esparcieran sus cenizas.



“La Ciudad” (Kavafis)


Dices «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».
No hallarás otra tierra ni otra mar.

La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra. "

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Con este poema de Kavafis les dejo. Ya sólo me queda hablar de recorridos por El Cairo Islámico, al que dediqué cuatro visitas intensas. Feliz año a todos





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